miércoles, 4 de junio de 2014

REFLEXIONES SOBRE LAS CRISIS. POR DAVID M. VILLA MARTÍNEZ.



El significado del tema de los tres monos es complejo y diverso; así como para la élite intelectual se encontraban relacionados con el mencionado código filosófico y moral santai, entre el pueblo el sentido era «rendirse» al sistema, un código de conducta que recomendaba la prudencia de no ver ni oír la injusticia, ni expresar la propia insatisfacción, sentido que perdura en la actualidad 



Crisis (del latín crisis, a su vez del griego κρίσις) es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución; especialmente, la crisis de una estructura. Los cambios críticos, aunque previsibles, tienen siempre algún grado de incertidumbre en cuanto a su reversibilidad o grado de profundidad, pues si no serían meras reacciones automáticas como las físico-químicas. Si los cambios son profundos, súbitos y violentos, y sobre todo traen consecuencias trascendentales, van más allá de una crisis y se pueden denominar revolución.
Las crisis pueden ocurrir a un nivel muy desesperante entonces puedes morir a nivel personal o social. Pueden designar un cambio traumático en la vida o salud de una persona o una situación social inestable y peligrosa en lo político, económico, militar, etc. También puede ser la definición de un hecho medioambiental de gran escala, especialmente los que implican un cambio abrupto. De una manera menos propia, se refieren con el nombre de crisis las emergencias o las épocas de dificultades.


REFLEXIONES SOBRE LAS CRISIS. POR DAVID M. VILLA MARTÍNEZ.


En ocasiones me siento desbordado. Crisis, crisis, crisis... Creo que he sido consciente con la crisis económica que estamos en una continua situación de crisis: crisis de los treinta, cuarenta, cincuenta...;crisis de pareja, crisis existencial, crisis de valores, crisis ecológica, crisis política. Con la explosión de las repercusiones y medidas ante la crisis monetaria me he dado cuenta paulatinamente, de una manera distinta, de cuan frágiles somos y lo perdidos que estamos. Buscamos seguridades, referentes a los que aferrarnos, como siempre hemos hecho a lo largo de la historia. Lo inquietante es que ya no sirven las medidas de antaño, que hay que inventarlas.

 Compruebo con amigos, vecinos, familiares y conocidos que en cierta medida ellos están experimentando lo mismo que yo con sus particularidades, no exentas de nexos comunes.
La crisis está cambiándonos, a algunos más a otros menos, a distintas velocidades y no me refiero en términos consumistas o de capitalismo salvaje. Es obvio. Para sacar lo bueno ya hay otros que destaquen la solidaridad, el espíritu de sacrificio, el llamado despertar de la conciencia y otros aspectos positivos. Yo no planteo ésto ahora, aunque si hay otros relatos o reflexiones en el blog en los que los destaco.

Creo que tras las grandes protestas globales y comunitarias, tras las manifestaciones y huelgas generales pasadas o por venir que parecen reflejar cierta unidad hay un fenómeno preocupante. Nos estamos volviendo más intolerantes, desconfiados, egoístas y nuestra manera de relacionarnos unos con otros no es del todo positiva por utilizar un eufemismo. 
En las parejas se generan tensiones cuando uno o los dos se encuentran sin trabajo. Eso es una novedad, pero si lo es el que se lleguen a plantear el "sálvense quien pueda" con o sin la existencia de hijos de por medio. El pan y cebolla, en la riqueza y en la pobreza no son suficientes y el amor es sustituido por necesidades más apremiantes en algunos casos. El amor que acuna y mece es sustituido por la crisis que arrasa y descoloca.
Los amigos y conocidos, incluso miembros familiares tienen reservas en el momento de hablar de determinados temas que no tienen que porque reflejar necesariamente un punto de vista político. 

La ayuda y apoyo ofrecidos -no me refiero al monetario o en forma de prestamos- se queda en palabras que se lleva el viento. Los apoyos morales, emocionales, las maneras sin gasto económico que nos podemos prestar mutuamente se ven reducidos, como si sobre ellos se cernieran una hipoteca no pagada a tiempo a punto de ser reclamada por Bankia. 
Me siento desconcertado cuando tiendo la mano para ofrecer, para intercambiar emociones y sentimientos, cuando me abro a amistades nuevas o viejas que parecen tener bases solidas para luego encontrarme abanicando el aire. Pareciera que se ahorran afectos y atenciones como si dependieran de la prima de riesgo. Cierto que en la vida todo cambia y tiene su proceso, que nada es permanente. No se puede ayudar a quien no se deja; a quien pone la soberbia, vergüenza, timidez o imagen social por encima de sus verdaderas necesidades holísticas.
En los últimos años y meses he hecho amigos interesantes. El intercambio de conocimientos mutuos y asesoramiento, ademas de implicar un desarrollo personal tiene su propia gratificación y recompensa como proceso y no como finalidad. Así ha sido por mi parte al menos. Es un ejemplo prosaico tal vez, pero viene muy a mano. Es una bocanada de aire fresco compartir de esa manera.

 La crisis hace que ahorremos hasta las palabras de aliento, de apoyo, de comprensión. Esperamos, en muchas ocasiones, algunas de ellas en lugar de juicios o prejuicios pero la subida del IVA ha debido de encarecer mucho su manifestación. Reconozco que, a pesar de mi optimismo, hay momentos en los que flaqueo. Entonces intento sentir en soledad, meditar, dejarme fluir y crear mi realidad modificando mis pensamientos acerca de mi percepción de la realidad. 
 Lo más terrible para mi es que, en ocasiones, me estoy volviendo de esa manera; al menos soy consciente de ello. En una época en la que la moneda compra poco, en la que el trueque emocional y afectivo deberían ser un recurso valioso me he percatado de mis pinceladas de tacaño. Tengo, en ocasiones, la percepción de que "mis inversiones" han sido depositadas en una entidad inadecuada o que no me aportan los réditos que esperaba. Es como si el BCE me susurrara que debo de guardar en casa, bajo el colchón de mi personalidad o la baldosa de mis intuiciones, todo aquello que me parece que es de valor personal sin compartirlo con nadie. ¿Será eso lo que les ha sucedido a los demás antes que a mi? Puede que simplemente sea un periodo de transición personal en el que descubro nuevas formas de apego de las que antes no era tan consciente.

Otro aspecto, cuanto menos llamativo, es el mundo de los contactos mediante perfiles o demandas de servicios, a los cuales no soy muy aficionado. De cuando en cuando pruebo, pues no hay que cerrar puertas. Aparecen de la nada, de pronto, gentes que no son más que chaperos encubiertos y de medio pelo o chicos en busca de protección, como se decían hace algunos lustros, que con tal de tomar  un café o cenar de gorra regalan los oídos a los pobres incautos. Evidentemente no hablo de sexo necesariamente, que también... Las paginas de contactos o de búsqueda de empleo están desempeñando un papel similar al del INEM o de los auxilios sociales. Varios amigos y yo mismo hemos tenido experiencias ciertamente curiosas al respecto, que no por ello dejan de ser desalentadoras emocionalmente en algunos momentos... Incluso si buscas en la red un profesional de la informática, un fontanero o electricista no es de extrañar que ponga como cebo   servicios sexuales añadidos. La gente tiene que ganarse la vida pero... me sorprendo.

 Hace unos días, durante una cena amistosa, ironizábamos acerca de la posibilidad de solicitar currículos y cartas de recomendación de los ex-amigos o ex-parejas de quienes se acercaran a nosotros, acompañados de una evaluación psicológica y un certificado de penales al estilo del periodo franquista. Si bien eran comentarios jocosos, en cierto modo, manifestaban con humor ese estado de inseguridad, de temor hacia el otro, de desconfianza.

Evidentemente estamos en crisis, eso ya nadie es capaz de negarlo pero, ¿No lo estaremos mucho más de lo que creemos?
Si con ella caen estructuras mentales generando otras nuevas formas de pensar que  sea bienvenida.

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