martes, 21 de mayo de 2013

PDF gratuito con todos los relatos leídos en el Espacio Niram en la velada de Relatos Medievales y Fantástico Medievales

 



¡Ya está!, ¡Ya ha salido! ¡No os lo perdáis!   
Recopilación en PDF gratuito con todos los relatos leídos en el Espacio Niram en la velada de Relatos Medievales y Fantástico Medievales del Círculo Literario Mundi Book.
 ¡Ya está!, ¡Ya ha salido! ¡No os lo perdáis!  

   Mil gracias a Carmen F. Mat, Covadonga Gonzalez-Pola, Daniel GarcíaMiguel ArcazLuis Francisco Reyes Gallego  por su trabajo y esfuerzo. Y también a Kevin Llanos Cruz por el taller impartido, que nos sirvió de motivación, formación y excusa para estos escritos.
  En tiempos de crisis es lo que os ofrecemos con toda nuestra ilusión y cariño.


lunes, 13 de mayo de 2013

EL HERRERO LOCO DE MAYRIT



EL HERRERO LOCO DE MAYRIT

EN LA ANTIGUA MAYRIT DE LOS ÁRABES (MADRID) UN HERRERO MALDECIDO POR LA ESTRELLA BINARIA ALGOL ES CAPAZ DE CAMBIAR LOS DESIGNIOS DEL PROPIO ALÁ.

EL HERRERO LOCO DE MAYRIT

El joven herrero lo intuye de sí mismo; los demás lo saben con certeza: ¡está loco!. Los astrólogos del Alcázar de Mayrit aseguraron que en su carta astral se encontraba la nefasta influencia de Algol, la eclipsante estrella doble maldita. Con excepción de los siete astros errantes conocidos, es decir, el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, el resto del Universo es considerado inmutable, y las estrellas puntos de luz adosados firmemente a la esfera celeste. 

Todos los consejeros árabes estuvieron de acuerdo en su reclusión; todos menos yo: ¡Al fin y al cabo tengo algo de loco! Acostumbrados a atribuir causas sobrenaturales a todo lo que no comprendían, se dieron cuenta de que había un astro que, de manera repentina e inexplicable cambiaba su brillo de manera similar a como lo hacía, según la tradición mitológica, la Gorgona Medusa, divinidad femenina de los infiernos, que convertía en piedra a toda víctima de su mirada. 



Desde la alta torre de la fortificación levantada por el emir cordobés Muhamad I en la que se encuentra confinado el desquiciado desde los siete años, junto a otros reclusos sin nombre ni juicio, el herrero no podía sustraerse de cuando en cuando a la tentación de contemplar su obra. Lo hacía a escondidas, disimuladamente, con cierta vergüenza en sus mejillas, manteniendo un nexo emocional que sabia vetado. En su caso, el hecho de que el objeto de su atención tuviera su origen en un desacierto convertía aquella vigilia en algo reprobable. 



A causa de aquel suceso se atareaba a diario en los talleres del firmamento, forjando armaduras de perfección, destinadas a cubrir el cuerpo mortal de unos pocos elegidos. Desde el principio había demostrado su habilidad para fraguar, con un molde carente de tiempo, el armazón de voluntad que había de ser sustento de las virtudes, donadas como regalo de un azar caprichoso e inesperado. 

Mejorando el espectáculo del más afamado funalbulista lanzaba al aire los tornillos del absurdo, que en un vertiginoso cruce caían de asombrosa manera sobre los agujeros apropiados, logrando en su danza particular conectar la fantasía y la realidad. En ocasiones dejaba algún tornillo sin colocar, en un intento por trazar la línea fina que separa el abatimiento sin remedio, del gozo que, como una avalancha cósmica, lo inunda todo, y que en su precario equilibrio establece los cimientos de la creación y el descubrimiento. 

Sin embargo, cuando más disfrutaba el herrero loco, era en el reparto de adornos que colocaba en hombreras, pectoral y cada una de las dos mangas. Saltando en círculos en su frenética danza distribuía la sorpresa en mil apariencias y colores, capaces de transmutar la rutina y el tedio en humo gris que el viento limpia. Finalmente, con brochazos vigorosos, cubría todo su trabajo con el ansia de búsqueda, una pátina que hacia refulgir aquel esqueleto incorpóreo con resplandor cegador y eterno. 

Mucho tiempo atrás, su porvenir apuntaba a un destino bien distinto. Recibió entonces el encargo de hacer su primera entrega y, trazando espirales con su alma se subió a lomos de una Ababil, una de las aves fabulosas del Corán enviadas por Alá  para atacar a los abisinios frustrando el sitio a la Meca en el mismo año del nacimiento deMahoma. Se desplazó sobre la portentosa ave juguetonamente hasta el patio de su emir, el núcleo central de la ciudadela islámica de Mayrit… Planeo sobre el recinto amurallado compuesto por el castillo, una mezquita y por la casa del gobernado. Fue ahí donde la fortuna, en un antojo molesto, comenzó su sinuosa huida. 

Subido al ave gloriosa se coloca en posición. A sus pies un grupo de niños está a punto de entrar en uso de su razón escondida, juegan en un bullicioso desorden sin ser demasiado conscientes de que su patio de juegos permite la vigilancia del camino fluvial del Manzanares, clave en la defensa de Toledo ante las frecuentes incursiones de los reinos cristianos en tierras de Al-Ándalus 

Apartada de la algarabía, llama su atención una niña cuyo rubio pelo de oro se expande en ondas inapreciables hasta llegar a su cintura, resaltando su rostro ovalado, magnifico, de blanca y suave piel, en el que resaltan dos bellísimos ojos azules de mar y una dulce y serena boca. Ese es su propósito: la pequeña rehén cristiana de su emir. 

El herrero trastornado se coloca entonces justo encima de la vertical de la beldad dispuesto a arrojar sobre ella la coraza de las virtudes. Pero perdiendo el equilibrio por su frenético baile sobre la Ababil -o por el eclipsamiento inoportuno de una de las estrellas dobles de Algol- el objeto invisible resbala de una de sus manos y, tras un forcejeo breve, recuperado finalmente el control, se desprende por fin de la coraza con un impulso glorioso. 

La escena dura unos instantes, una fracción ínfima en la longitud perpetua de la existencia, pero suficiente para que la inocencia rubia se vea sacudida por un sólido empujón que le hace caer al suelo llorando. Su ángulo es entonces ocupado por otra muchacha, morena con tez olivácea, de apariencia generosa, con picaros ojos y la boca fruncida en un gesto de terquedad que, con los brazos en jarras le grita si juega o no. Es Nadira, la hija de la cocinera del gobernador, cuyo nombre significa salud, felicidad, rara, preciosa, fase iluminada… 

Sobre esa figura rotunda se derraman las gracias en un remojón equivocado con el único efecto visible de una ligera brisa tras la que, impaciente, se desprende con ímpetu en una tosca carrera hasta el grupo de niños que continua gritando y riendo. 


Aquella fue su única entrega. Desde entonces su actividad se limita a fabricar aquello que otros deben repartir, como castigo de un mundo superior que aborrece cualquier ínfimo atisbo defectuoso. A pesar de ello, el herrero loco no cambiaría nada del pasado y cuando encuentra la ocasión de asomarse hacia lo material con un clandestino seguimiento, no puede evitar desear la pausa definitiva del tiempo, arrobado como un padre terrenal en la admiración de aquella muchacha mezcla de fuerza creativa, de tozudez y de irreflexiva espontaneidad que, vestida ya de mujer con lino ligero y velo, avanza dirigida por tres empeños: 

¡Pensar, sentir, vivir…! Independientemente de lo que quiera el demonio árabe B Persei... ¡Ella es inmune al “heredado” influjo de Algol que enloqueciera al herrero que le proporcionó su inconsciente pero tenaz y brillante coraza! 

De un "loco herrero maldito" vino a Nadira su gozo por la vida.









viernes, 10 de mayo de 2013

LOS ORGASMOS DE VIGOREXICO





LOS ORGASMOS DEL VIGOREXICO

Dedicado a M.A.V .con todo cariño, tal y como le prometí.

 Algunos pasan por etapas en las que el cuidado de su cuerpo es esencial y una fuente de superación, de realidades e incluso fantasías.

LOS ORGASMOS DE VIGOREXICO

Roberto caminó erguido, orgulloso de su cuerpo, con la presunción y exhibición de aquellos que lo han cuidado y quieren transmitir su masculinidad ante los demás tanto como convencerse a sí mismos de ella.

Tras la noche anterior se sentía vigorizado. Natalia había insistido -sin que él se resistiera- en amortizar la suite del hotel hasta el último momento, antes de abandonarla a las doce. Esperaba que las aparatosas manchas en las sábanas pasaran desapercibidas cuando las camareras asearan el cuarto. Sabía que era estúpido  preocuparse por lo que pudieran comentar; al fin y al cabo no le conocían y estaban acostumbradas a ver manchas de semen –entre otras cosas- todos los días. Habían desayunado juntos, tardíamente, en una pequeña cafetería en la calle Cisneros. Varios albañiles se quedaron mirando a Natalia y, su fuera de lugar vestido de noche. Ante su indiferencia los obreros se la comían con los ojos, se daban codazos y luego carcajeaban escandalosamente. Roberto pensó que aquel objeto de deseo que ellos no podían tocar había estado entre sus brazos poco antes. Esto le hizo sentir que se encontraba en un agradable escalafón de superioridad a pesar de no encontrarse en un andamio. Ellos nunca sabrían lo que era yacer con ella y de lo que era capaz. Culpable por haber devorado ávidamente cinco porras junto a dos cafés con azúcar -pues no tenían sacarina-, se había consolado ante la perspectiva de que durante aquella misma tarde, a base de constancia, perdería las calorías ganadas con glotonería.

Ella se había mostrado silenciosa, su mente parecía estar en otro lugar; no prestaba atención a la conversación. Al contemplar sus ojeras -que no logró disimular el maquillaje- las achacó al cansancio. A la luz del día seguía siendo bella, pero el misterio y sofisticación de la noche habían disminuido notablemente, a pesar de haberse retocado en el baño durante casi media hora. “Al fin y al cabo es bastante mayor que yo, ¿qué esperabas?”-se explicó a sí mismo-. Había intentando mantener viva la conversación, pero sin demasiado éxito. La mujer que se encontraba junto a él no era la dinámica y segura de sí misma de la jornada anterior. Al despedirse, se habían intercambiado los números de teléfono móvil con cierta vergonzosa premura.

Con aparente indiferencia se encaminó a las barras para hacer unas dominadas. Era un magnífico ejercicio para desarrollar los músculos de la espalda: él era un ejemplo evidente de su indudable, a la par que sacrificada, efectividad. Se requería una gran fuerza muscular para llevar a cabo el ejercicio con cierta dignidad y elegancia. Los novatos solían desistir avergonzados a la cuarta o quinta repetición -si es que llegaban-, necesitando en muchas ocasiones un compañero más avezado que les ayudara a alzarse y disminuir el peso de su cuerpo, sosteniéndoles.

Alzó la vista, sabedor de que algunas miradas distraídas contemplarían su evolución. Su joven ego narcisista se sintió henchido, y por lo tanto reafirmado. Indudablemente acudían al gimnasio otros cuerpos mucho más fuertes y desarrollados que el suyo, pero no importaba mientras también gozara de su público. Se ajustó las muñequeras, se agachó para cobrar impulso y, como un resorte, se lanzó hacia las barras. Le satisfizo su precisión. Con una separación de las manos algo mayor que la anchura de los hombros, permaneció colgado de la barra durante unos segundos. Desde esa posición, ascendió hasta que la barra quedó por debajo de sus clavículas, y el  tríceps pegado al dorsal. Tal como le habían enseñado cuando comenzó a asistir al gimnasio a los dieciséis años no se dejó caer volviendo a la completa extensión de los brazos -lo que le había propiciado una pequeña lesión años atrás-, sino que resistió la tensión muscular con estoicismo. El ejercicio, inexplicablemente, le proporcionaba un doloroso placer similar al erótico. Cada vez que el esfuerzo era mayor, la tensión de sus sudorosos brazos se iba haciendo implacable. A pesar de ello continuó –con la mandíbula apretada-, manteniendo el pecho salido y respirando correctamente; aspirando el aire al bajar el cuerpo y expulsándolo al llegar al final de la repetición. Al cabo de tantos años de práctica, el proceso y la sincronía eran automáticos;  por ello, pudo permitirse el concentrar sus pensamientos en Natalia. Recordó sus caricias y su piel. Se imaginó desnudo, realizando complicadas maniobras sexuales junto a ella, ambos colgados de la barra, como si fueran trapecistas de un circo evolucionando sin red. Finalizadas seis series de diez, se dejó caer suavemente sin perder el equilibrio, se sentó y descansó; sólo lo suficiente para recuperarse un poco, no permitiéndose mostrar su verdadero cansancio.

Una parte de él se sentía tentada a llamarla durante los próximos días; otra, reconocía que, en el caso de hacerlo, la relación nunca iría más allá de decrecientes escenas de cama y relativa intimidad. Con el tiempo, si es que continuaban tratándose, podrían llegar a ser amigos, pero desde luego no empalagosos enamorados. Emocionalmente sólo conseguiría implicarse con un hombre, enamorarse de un hombre. Había sido sincero durante el desayuno cuando le confesó que, si bien había disfrutado con ella, sus preferencias bisexuales eran predominantemente masculinas. Ella no había demostrado sorpresa, su rostro no se inmutó ni hizo comentario alguno, quizá albergando la consabida esperanza de “redimirlo” totalmente para la heterosexualidad, demostrando así el poder de su femineidad. Muchos caían en aquel error de perspectiva y creían que el fracasar equivalía a un menoscabo de su poder de seducción. “No -rechazó Roberto-, es demasiado inteligente como para pensarlo”. Llegó a especular sí que aquel silencio durante el desayuno se podía atribuir a aquella revelación, pero lo cierto es que éste había aparecido mucho antes, prácticamente al salir del hotel.

Roberto se levantó para hacer unas series de bíceps crural. Se tumbó boca abajo, con los talones enganchados en la parte del aparato giratorio, haciendo fuerza con el bíceps crural hasta que el aparato se elevó con facilidad. La resistencia que ofrecía no le pareció suficiente. Movió la clavija que equilibraba las pesas dos líneas más arriba, sumando diez kilos al contrapeso de la máquina. Mantuvo todo el cuerpo en contacto con el tablero  apretando los glúteos para no levantarlos. La presión contra la acolchada superficie y el inevitable deslizamiento le originó una erección.

Desde donde se encontraba contempló a un compañero de gimnasio haciendo aberturas con mancuernas. Era Jorge, un joven moreno, bien proporcionado, con rizado vello en el pecho y algo mayor que él. Se había matriculado tan solo unos tres meses atrás. Sus músculos no estaban tan definidos como los suyos, ni eran tan voluminosos, pero denotaban un trabajo constante y una equilibrada proporción. No habían coincidido demasiado durante los entrenamientos y, cuando lo hacían, tal sólo cruzaban unas palabras de saludo, comentarios triviales y adioses. Nada personal... Roberto se sentía cada vez más atraído por él y procuraba estar cerca suyo.

Jorge, con el propósito de atacar directamente los músculos pectorales, se encontraba tumbado en el banco con las mancuernas encima del pecho y los brazos semi-extendidos. Bajaba los brazos hacia los lados, con los codos ligeramente doblados y las palmas de las manos hacia arriba. A través de las piernas abiertas -sujetándose con los tobillos al banco- asomaban sus genitales de entre unos vaqueros cortados casi a la altura de la entrepierna. Algunos no utilizaban ropa deportiva a pesar de que las normas del gimnasio así lo establecían. A la hora de la verdad, cada uno vestía como quería sin que ningún monitor le llamara la atención por ello. Roberto le contempló ensimismado, agradecido de que no llevara ni slips ni suspensorio, disfrutando aún más de su ejercicio y de la situación privilegiada, intentando ajustar su ritmo al de su compañero como si se encontrara sobre él, armonizando y complementando ambos ejercicios en uno solo. El objeto de su deseo, al llegar a la posición máxima, comenzó a subir nuevamente los brazos contrayendo los músculos durante todo el movimiento, procurando no encajar los codos al finalizar el ejercicio, realizándolo estrictamente, con lentitud.

La excitación de Roberto llegó al clímax. Los gemidos del orgasmo pasaron desapercibidos, confundiéndose con los del sufrimiento del esfuerzo físico. Finalizó las series cuando finalizó su placer. Exhausto, permaneció unos instantes tendido, parpadeando pero sin apartar la vista, jadeando ante aquel doble esfuerzo cardiaco. El sudor corporal disimulaba la humedad de la corrida

Satisfecho de la placentera jornada se duchó con la intención de sentir deslizar del agua fría sobre su cuerpo para vigorizarlo nuevamente. En las duchas comunitarias compartió su desnudez con un jubilado de sesenta y dos años que en unos meses, sin haber hecho anteriormente ningún tipo de ejercicio, consiguió moldear su aspecto con la armonía de un joven. Era extraño el contraste con su cara avejentada y llena de arrugas, que conservaba el innegable atractivo de cuando fuera mozo. Roberto le admiraba por su constancia y tenacidad. No conocía ningún caso como aquel  y deseó envejecer como él.

Dejó el gimnasio, despidiéndose virilmente de los compañeros y monitores, cargando sobre el hombro la bolsa de deportes. “Ciertamente, hacer ejercicio proporciona grandes satisfacciones -se dijo a sí mismo con picardía.”

En las últimas veinticuatro horas había hecho el amor en tres ocasiones: dos físicamente con una mujer, y una con un hombre, en su imaginación. Hacerlo con Jorge en su mente durante unos minutos le había satisfecho más que con Natalia durante casi toda la noche.

“¿Cómo será tenerlo realmente entre mis brazos?”

Pensó que tendría que hacer algo para intentar averiguarlo.

Mientas hacía ejercicio en el salón de su casa encontró la manera de hacerlo...

LOS ORGASMOS DEL VIGOREXICO


(RELATO INCLUIDO EN EL NUMERO DOS DE LA REVISTA GAY+ART)

lunes, 6 de mayo de 2013

VIDEO DE LA LECTURA DE "El CUENTA-CUENTOS" EN EL EVENTO LA NOCHE DE LOS LIBROS 2013 AUSPICIADO POR LA COMUNIDAD DE MADRID EN EL ESPACIO NIRAM



EL CUENTA CUENTOS



Hay momentos que marcan nuestras vidas y que con los años. al revivirlos de diversas maneras, cobran un sentido nuevo. Tal vez no los comprendamos del todo pero nos ayudan a avanzar, a vivir la magia e incluso a perdonar.






sábado, 4 de mayo de 2013

LANZAMIENTO DEL NUMERO DOS DE LA REVISTA DIGITAL GRATUITA "GAY+ART"






LANZAMIENTO DEL NUMERO DOS DE LA REVISTA DIGITAL GRATUITA "GAY+ART"

 Ya ha llegado el tan esperado día 4 de Mayo. Tal como estaba previsto un grupo multidisciplinar de artistas os ofrecemos la revista digital gratuita GAY +ART con nuevas secciones y nuevos colaboradores en el link

http://www.bubok.es/libros/224470/GayArt-n2-revista-de-literatura-y-arte-grafico-gay



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