viernes, 26 de septiembre de 2014

LUNA DE PERIGEO. POR DAVID MARIO VILLA MARTÍNEZ



La Superluna es una suerte de efectos especiales que nos
regala la naturaleza y que se completarán con las mareas
extremas. Por siglos se ha reconocido la influencia de la luna
en la agricultura y las mareas, así como en los ciclos
menstruales y nuestras emociones.

LUNA DE PERIGEO

Con los pensamientos evadidos, en una realidad distinta de la que pisaba en esos momentos, Vicente abrió la puerta del edificio y se introdujo en el ascensor. Apretó mecánicamente el tercero, que sobresalía de entre otros números de la pared del pequeño espacio y, una vez en el piso solicitado, salió al rellano y se dirigió hacia la puerta: el 4 B.

Como si la llave que acababa de introducir en la cerradura hubiera removido también sus conexiones neuronales, recordó de pronto que no había recogido el correo de su buzón que, por pereza o descuido, tendía a acumularse con frecuencia.

A medida que habían avanzado las horas mañaneras también se había incrementado su impresión de que cualquier cosa que realizara ese día le iba salir mal. Vivía esa amarga sensación, más o menos subjetiva, de haberse levantado de la cama con el pie izquierdo, como se suele decir coloquialmente.

Pensó, por un momento, que podía recoger sus cartas y la inevitable publicidad al día siguiente. Ahora lo que le apetecía era acostarse y esperar que al despertar todo hubiera sido un mal e imposible sueño. Pero la intuición, uno de sus sentimientos premonitorios a los que intentaba hacer caso, le empujó nuevamente abajo. Mientras deshacía el camino recorrido segundos antes, repasó una vez más los extraños acontecimientos del día.

Nada más levantarse había comprobado, pasmado, que la báscula añadía otros dos kilos a la cifra que le diera días atrás. Cada vez que se pesada se prometía sí mismo que nunca más volvería a pisar artilugios tan malignos cargados por el diablo, tan peligrosos como las escopetas de caza. En realidad no transcurría más de una semana sin que cediera a la tentación, para volver a comprobar que la ilusión de adelgazar seguía siendo una quimera; un deseo inalcanzable. No disminuía un gramo a pesar de su dieta diaria,  del desayuno austero de cada mañana antes de partir hacia el trabajo y que, en ese día, había sido interrumpido al derramar su taza de té rojo sin azúcar. Masculló algunas maldiciones, pero sacando a la fuerza su vena optimista, se alegró de que al menos el té, como siempre, estuviera frío. Así se librado de una posible quemadura incómoda y todo quedó solucionado con cambiarse de camisa.

El día continuó torcido, porque con el inesperado percance llegó tarde a su trabajo y, preocupado por el retraso, tardó en entender que su jefe había elegido ese día para comunicarle, entre vagas justificaciones y una apariencia de pesar fingida y ensayada, que debía despedirlo por ajustes de personal y que dejaría de trabajar en dos semanas. No supo que decir; por otro lado hubiera sido inútil.

Estaba ante los buzones. Los contemplaba con cierta indiferencia mezclada con gotas de repulsión ante las inevitables facturas que, en el futuro, no sabría como afrontar. Tenía ganas de volver a subir rápidamente a su casa y llamar a Javier, al que consideraba su mejor amigo, para contárselo todo, vomitarlo como si fuera una indigestión con nauseas tras una comida en un restaurante de higiene cuestionable. Necesitaba desahogarse, comunicar a alguien su impotencia y frustración, oír unas palabras de ánimo, compartir las neblinas con que el destino parecía cubrir su horizonte.

Sacó abundante publicidad acerca de odontólogos, reformas caseras a bajo coste, ofertas de supermercados, comidas a domicilio, catálogos de muebles que no había solicitado y seis cartas. De entre las del banco temido, una llamó inmediatamente su atención. No tenía remite, pero en la dirección reconoció la letra de Javier: pulcra, firme y ligeramente inclinada a la derecha.  No pudo evitar abrirla con extrañeza y leerla, mientras sus pies, acostumbrados al acto automático, le llevaban de vuelta, ahora ya definitivamente, a su vivienda.

Antes creería a adivinos apocalípticos anunciando que el fin del del mundo se produciría al día siguiente, que imaginar que fuera cierto lo que estaba leyendo. Su mejor amigo le confesaba su amor en aquella carta inesperada en la que se culpaba de que, a pesar de la gran confianza entre ambos, le era imposible comunicárselo personalmente; que le era duro, que tenía miedo a su reacción. Añadía que le visitaría a mañana siguiente para tomar un café.

Vicente sintió como la amistad había sido asesinada por el amor. Las lágrimas acudían a sus ojos hasta anular su visión y su mente, a una velocidad que le mareaba, procesaba la situación de anticiparse a los frutos de la visita de Javier, al día siguiente, en un ardor de una pasión que estaba muy lejos de compartir. Un amor ante el cual no podía corresponder, una situación ante la cual no sabía actuar.

¡Se ahogaba! Las paredes, el edificio, el mundo se conjuraban para cercarlo por los cuatro puntos cardinales y aplastarlo en el centro de todas las cosas, en un extraño lugar de su mente donde todo venía a nacer y todo acababa por morir en la nada. ¡Extraño cumulo de sensaciones las de aquel día!

Salió a la terraza con la carta arrugada, convertida en una bola de papel deforme, que apretaba en el interior de una de sus manos. Fuera, tomó aire profundamente un par de veces en inspiraciones largas y pausadas, regeneradoras, concentrado en el ritmo de su propio aliento, con los ojos cerrados a todo lo que físicamente le rodeaba.

Cuando los abrió, la visión que se iba deslizando delante de él le dejó inmóvil y carente de voluntad. Una super luna llena enorme asomaba casi en su totalidad por encima de los edificios, con una majestuosidad activa, a la vez que intimidante, de ciertos tonos rojizos. Era una de las varias lunas de perigeo que tenían lugar en ese año y de las cuales apenas se había percatado. En cierta medida era un efecto óptico. La ilusión se producía cuando la Luna está cerca del horizonte. Por razones no comprendidas completamente por los astrónomos y psicólogos, las lunas a baja altura se perciben anormalmente grandes cuando se las ve a través de árboles, edificios y otros objetos en primer plano. Cuando la ilusión de la luna amplifica una Luna de perigeo, el orbe hinchado saliendo por el este, al atardecer, podía parecer muy cierto.

Vicente había oído, tiempo atrás, una poesía que recitaba como la luna se batía a cada noche en duelo con las estrellas. Esta vez, sin duda, la luna había ganado uno de los combates. Ya asomaba su faz sepulcral de fuego blanco, como si anunciara que aquella victoria fuera la definitiva.

Contemplo la manera en la que el astro ascendía el horizonte a medida que su cara redonda empequeñecía. Permaneció un rato más absorbiendo aquella energía cósmica, confundido ante la infinitud e intemporalidad del universo. Cuando entró en la sala de nuevo percibió como una nueva fuerza, ya temporal, dirigía sus movimientos.

Al menos había paz interior…

jueves, 18 de septiembre de 2014

PRESENTACIÓN DE LA NOVELA DE LEVI (SOSPECHA LEVE DE HEREJÍA) EN LA BIBLIOTECA DE CASTILLA LA MANCHA DE TOLEDO



Os invito a la presentación de la novela en un enclave tan especial para mi, pues gran parte de la trama transcurre en Toledo.
A tan solo unos días de la presentación de la novela Toledo me encuentro muy ilusionado. Para mi supone una gran alegría y honor poder hacer una presentación en la Biblioteca de Castilla la Mancha, lo que fuera el antiguo Alcazar. Muchas gracias por vuestras muestras de apoyo por distintos medios. Si conocéis a alguien a quien le pueda interesar os pido compartir.






BIBLIOTECA DE CASTILLA LA MANCHA 
CUESTA DE CARLOS V, S/N
45001 TOLEDO


miércoles, 10 de septiembre de 2014

NARCISOS DE TEMPORADA. POR DAVID M. VILLA MARTÍNEZ.





En recuerdo a Johs Weston, Erik Roodes, Roman Ragazzi, Arpad Miklos, Wilfred Knight y muchos más que nos dieron buenos momentos.



NARCISOS  DE TEMPORADA

Era ese tipo de personas que, en apariencia, habían sido bendecidas por los dioses, además de ser considerados héroes míticos por muchos de los mortales. Es curiosa la lotería que supone la  combinación casi infinita que plantea la mezcolanza del ADN. Algunos obtienen los premios ganadores en todos los aspectos, como si obtuvieran el premio gordo en la lotería de la vida; otros como mucho obtienen el reintegro, que simplemente consiste en estar vivo y sobrevivir de la mejor manera posible.

Era atractivo y lo sabía, lo explotaba como una de sus mejores armas sociales e incluso laborales. Para nadie es un secreto que ante iguales conocimientos y aptitudes la apariencia física proporciona puntos extra. Incluso, suele contrarrestar la ineptitud o la estupidez. Vigoréxico enfermizo, dedicaba más horas de las que necesitaba en el gimnasio, buscando un grado de perfección que no era necesario. Se miraba al espejo como una reencarnación de Narciso, enamorado de sí mismo pero no del todo satisfecho, cayendo en el reflejo de su propia imagen mientras hacía posturas exhibicionistas. Como otros clones sin demasiadas diferencias entre si había obtenido unas anchas y musculosas espaldas, bíceps impresionantes, piernas fuertes, torso definido, culo apretado… Como en el caso de otros afamados actores porno se comenzaron a hacer consoladores y dildos realísticos de su polla con la mayor fidelidad posible basados en moldes de caucho.  En los sex shop y tiendas on line se podía adquirir su impresionante dildo realístico de 27cm x 6 cm. La réplica del pene del actor porno disponía de todo lujo de detalles venosos y estaba fabricado de material antialérgico.

Desde esa conciencia de poseer una belleza, pasajera en el tiempo, vivía de fiesta en fiesta, de locura en locura, bebiendo la vida con intensidad cercana a peligros innecesarios, lo que, por otro lado, no era criticable sino admirable en muchos casos. Como no podía ser de otra forma sus mejores amigos padecían el mismo síndrome  de dismorfia muscular, un trastorno que se caracteriza por la preocupación obsesiva por el físico y la distorsión del esquema corporal. Los vigoréxicos sienten que carecen de musculatura y de tonicidad; por lo tanto, tienen una obsesión con la realización de ejercicios físicos que les permitan mejorar su aspecto corporal. Estos ejercicios son realizados de manera compulsiva hasta que el cuerpo pierde sus proporciones normales. Los ejercicios físicos se complementaban con el consumo de esteroides o anabólicos que contribuían aumentar la musculatura. De esta forma, la vigorexia se vuelve aún más peligrosa, ya que el abuso de este tipo de sustancias aumenta el riesgo de padecer cáncer de próstata, disfunción eréctil y otras enfermedades.

Era inimaginable para él tener amigos que no alcanzaran un mínimo grado de apostura. Caminando por la vida con la firmeza e indolencia de aquel que se cree hijo de los cojones de un marqués, y por lo tanto con derecho a que le dieran casi todo hecho sin trabajar demasiado para lograrlo, exceptuando sus esfuerzos por mantener su cuerpo, tendía a ningunear a los demás con una arrogancia innecesaria. En realidad eran más propensos aquellos sujetos con baja autoestima y tendencia a las conductas adictivas. El tratamiento de la vigorexia es principalmente psicológico para que la persona supere su miedo al fracaso y mejore su autoestima. El nunca lo admitió. Se mostraba en sus conversaciones y discusiones en las que, como si meara colonia, creía estar en la posesión de todas las verdades, especialmente si tomaba alguna de las llamadas sustancias de la noche.

Autodefinido inicialmente como heteroflexible, había transmutado su vida sexual a bicurioso, siempre y cuando las carnes que se fundieran a las suyas tuvieran una distribución cercana a la perfección. Finalmente había admitido su preferencia por los hombres, tal vez como promoción de las propuestas de las productoras porno especializadas. Pronto se hizo un hueco, y nunca mejor dicho, en la industria de la pornografía, tras superar los casting con soltura. Aquella había sido la causa de su despegue en las redes sociales, tanto promocionales como personales; de ser el objeto de deseo, ya fuera oculto o manifiesto, de miles de personas que en sus sueños deseaban follar con él. Una de sus apariciones en las que tuvo más éxito, fue en la que participó en una doble penetración espectacular y por la cual recibió el premio al mejor versátil del año, subiendo como la espuma.

Nunca se le vio con alguien vulgar, de la media, más allá de algún acto social en el que, inevitablemente, hubiera coincidido por casualidad, accediendo a hacerse una foto con alguno de sus admiradores.

Lo triste, o cuanto menos deprimente, era que muchos le seguían el juego con tal de estar ante su imponerte presencia. En las redes sociales bastaba que dijera “buenos días”, “valla resacón tengo hoy” o un “a quemar la noche” acompañados de una foto en la cama, en el baño o en cualquier lugar que le pareciera exótico, desnudo hasta donde la censura lo podía permitir, para que sus enloquecido seguidores le concedieran cientos de pulgares alzados y jugosos comentarios que alimentaban su ego. ¡Miles de amigos le seguían! Pendientes de sus fiestas, borracheras, buenos días, buenas tardes, buenas noches o tomando una cañita alimentaban unas entradas de lo más intrascendentes, en las que predominaba comentarios como: “Wapo”, “Qué bueno estas”  o “Quiero un hijo tuyo”.

Hay que reconocer que hacía alguna concesión para que se acercaran a su divina presencia con aquellos que tenían poder, dinero, contactos o un cociente intelectual reconocidos y por los cuales eran famosos. En aquel solidario gesto escondía, tras las divertidas fotos de fiestas o eventos en los que aparecía semidesnudo, la exhibición narcisista en la que tenía la seguridad de ser el centro de atención, en la que su belleza brillaba aún más en comparación a la simpleza de los otros.

Un día, varios nos dimos cuenta que, en casi todas las fotos, presentaba el mismo lado bueno del rostro, el izquierdo, con la misma inclinación de la cabeza y mirada azul estudiada e inexpresiva. Evidentemente había tenido tiempo de sobra de estudiarse en el espejo. Era como si mediante diversos montajes de Photoshop se hubiera cortado y pegado el rostro de manera repetida, e igualmente enigmática; en pocas ocasiones sonreía. Le parecía más propio poner cara de interesante, de distante. En esta dinámica de fiestas erótico festivas en las que se centraba un protagonismo de manera sistemática fue apareciendo, poco a poco, un rostro inicialmente anónimo, algo más joven. Era otro Narciso -eso era cierto- pero aún no tan pagado de sí mismo y con grandes probabilidades de cambiar el rumbo de su vida al ser más joven. Esporádicamente aparecía al lado de editores, productores y actores consagrados como una nueva promesa que revolucionaría la industria. Muchos de sus seguidores comenzaron a preguntar quién era el personaje, si eran pareja… Su espontaneidad era evidente, no le costaba sonreír de manera honesta, no le importaba salir más o menos favorecido en los momentos inmortalizados. De manera sincera o no, posaba con unos y con otros, sin que tuvieran que ser modelos perfectos. En definitiva, tenía empatía y comenzó a transmitirla en las tórridas escenas.

Antes de lo esperado, de una manera espontánea, alguien creó una página de admiradores del joven Narciso. De manera viral la mutación se produjo en cuestión de semanas, consiguió tal popularidad que se convirtió, en cierto modo, en una amenaza para el hijo de los cojones del marqués. También era hermoso, cercanamente sociable y se hacía evidente que era hijo de los cojones de un clase media. Su cuerpo formado venía más bien de un trabajo como descargador de camiones; su empatía, de charlar con unos y con otros, con la gente del barrio sin perder nunca de vista sus orígenes. Miraba como los demás, es decir, era accesible, cercano, con las virtudes y defectos de los mortales. Siempre estaba abierto escuchar y aprender de los demás con una actitud de humildad.

El vigoréxico fue relegado poco a poco al olvido, como las vistosas y caras camisas de temporada que, ante las nuevas modas y tendencias, quedan confinadas en el armario. De protagonista en películas porno de relumbrón pasó a papeles secundarios, en los que continuaba mostrando su mejor perfil, aunque con la mejilla llena, abultada de la carne del protagonista, de la polla del momento. La estrella se apagaba, el maduro Narciso se marchitaba. Sus carnes ya no eran tan deseadas mas que por los fieles nostálgicos incondicionales en masturbaciones habituales.

La sensación, incomprensible para él, de ser relegado a pesar de sus dones, minó su arrogancia y autoestima de tal manera que no supo cómo reaccionar. En el fondo era un ser herido, que había perdido su propia dignidad, que se había dejado cegar por la fama y la admiración. La evidencia era que, como muchos, había sido usado y degustado cuando aún era carne fresca, explotado para ganar dinero con su imagen, para luego ser escupido al mundo real que le cerraba las puertas por su pasado de actor. Como en el cuento de Blancanieves ya no era el más bello y deseado del reino. Otro había sustituido su puesto, además sin pretenderlo. Durante un tiempo alterno sus esporádicas y cada vez menores apariciones en las películas de las famosas compañías alquilando su cuerpo mediante enlaces especializadas de chaperos con los llamativos ganchos de actor porno solo por unos días en Madrid, para aumentar su caché en aquellos que aún le deseaban y podrían permitirse sus servicios.  Evidentemente muchos de sus clientes eran más que maduros y en el pasado ni siquiera les habría dirigido la palabra. El problema no era el oficio, era su actitud.

Un día apareció muerto en su casa. Causa por determinar, como dirían los medios con cautela inicial. Eso sí, aun muerto en la bañera, en el agua, como el Narciso mítico, no dejó de mostrar su mejor perfil.

Los dildos fueron retirados en los sex shop en poco tiempo, convirtiéndose casi en piezas de coleccionismo.