miércoles, 10 de septiembre de 2014

NARCISOS DE TEMPORADA. POR DAVID M. VILLA MARTÍNEZ.





En recuerdo a Johs Weston, Erik Roodes, Roman Ragazzi, Arpad Miklos, Wilfred Knight y muchos más que nos dieron buenos momentos.



NARCISOS  DE TEMPORADA

Era ese tipo de personas que, en apariencia, habían sido bendecidas por los dioses, además de ser considerados héroes míticos por muchos de los mortales. Es curiosa la lotería que supone la  combinación casi infinita que plantea la mezcolanza del ADN. Algunos obtienen los premios ganadores en todos los aspectos, como si obtuvieran el premio gordo en la lotería de la vida; otros como mucho obtienen el reintegro, que simplemente consiste en estar vivo y sobrevivir de la mejor manera posible.

Era atractivo y lo sabía, lo explotaba como una de sus mejores armas sociales e incluso laborales. Para nadie es un secreto que ante iguales conocimientos y aptitudes la apariencia física proporciona puntos extra. Incluso, suele contrarrestar la ineptitud o la estupidez. Vigoréxico enfermizo, dedicaba más horas de las que necesitaba en el gimnasio, buscando un grado de perfección que no era necesario. Se miraba al espejo como una reencarnación de Narciso, enamorado de sí mismo pero no del todo satisfecho, cayendo en el reflejo de su propia imagen mientras hacía posturas exhibicionistas. Como otros clones sin demasiadas diferencias entre si había obtenido unas anchas y musculosas espaldas, bíceps impresionantes, piernas fuertes, torso definido, culo apretado… Como en el caso de otros afamados actores porno se comenzaron a hacer consoladores y dildos realísticos de su polla con la mayor fidelidad posible basados en moldes de caucho.  En los sex shop y tiendas on line se podía adquirir su impresionante dildo realístico de 27cm x 6 cm. La réplica del pene del actor porno disponía de todo lujo de detalles venosos y estaba fabricado de material antialérgico.

Desde esa conciencia de poseer una belleza, pasajera en el tiempo, vivía de fiesta en fiesta, de locura en locura, bebiendo la vida con intensidad cercana a peligros innecesarios, lo que, por otro lado, no era criticable sino admirable en muchos casos. Como no podía ser de otra forma sus mejores amigos padecían el mismo síndrome  de dismorfia muscular, un trastorno que se caracteriza por la preocupación obsesiva por el físico y la distorsión del esquema corporal. Los vigoréxicos sienten que carecen de musculatura y de tonicidad; por lo tanto, tienen una obsesión con la realización de ejercicios físicos que les permitan mejorar su aspecto corporal. Estos ejercicios son realizados de manera compulsiva hasta que el cuerpo pierde sus proporciones normales. Los ejercicios físicos se complementaban con el consumo de esteroides o anabólicos que contribuían aumentar la musculatura. De esta forma, la vigorexia se vuelve aún más peligrosa, ya que el abuso de este tipo de sustancias aumenta el riesgo de padecer cáncer de próstata, disfunción eréctil y otras enfermedades.

Era inimaginable para él tener amigos que no alcanzaran un mínimo grado de apostura. Caminando por la vida con la firmeza e indolencia de aquel que se cree hijo de los cojones de un marqués, y por lo tanto con derecho a que le dieran casi todo hecho sin trabajar demasiado para lograrlo, exceptuando sus esfuerzos por mantener su cuerpo, tendía a ningunear a los demás con una arrogancia innecesaria. En realidad eran más propensos aquellos sujetos con baja autoestima y tendencia a las conductas adictivas. El tratamiento de la vigorexia es principalmente psicológico para que la persona supere su miedo al fracaso y mejore su autoestima. El nunca lo admitió. Se mostraba en sus conversaciones y discusiones en las que, como si meara colonia, creía estar en la posesión de todas las verdades, especialmente si tomaba alguna de las llamadas sustancias de la noche.

Autodefinido inicialmente como heteroflexible, había transmutado su vida sexual a bicurioso, siempre y cuando las carnes que se fundieran a las suyas tuvieran una distribución cercana a la perfección. Finalmente había admitido su preferencia por los hombres, tal vez como promoción de las propuestas de las productoras porno especializadas. Pronto se hizo un hueco, y nunca mejor dicho, en la industria de la pornografía, tras superar los casting con soltura. Aquella había sido la causa de su despegue en las redes sociales, tanto promocionales como personales; de ser el objeto de deseo, ya fuera oculto o manifiesto, de miles de personas que en sus sueños deseaban follar con él. Una de sus apariciones en las que tuvo más éxito, fue en la que participó en una doble penetración espectacular y por la cual recibió el premio al mejor versátil del año, subiendo como la espuma.

Nunca se le vio con alguien vulgar, de la media, más allá de algún acto social en el que, inevitablemente, hubiera coincidido por casualidad, accediendo a hacerse una foto con alguno de sus admiradores.

Lo triste, o cuanto menos deprimente, era que muchos le seguían el juego con tal de estar ante su imponerte presencia. En las redes sociales bastaba que dijera “buenos días”, “valla resacón tengo hoy” o un “a quemar la noche” acompañados de una foto en la cama, en el baño o en cualquier lugar que le pareciera exótico, desnudo hasta donde la censura lo podía permitir, para que sus enloquecido seguidores le concedieran cientos de pulgares alzados y jugosos comentarios que alimentaban su ego. ¡Miles de amigos le seguían! Pendientes de sus fiestas, borracheras, buenos días, buenas tardes, buenas noches o tomando una cañita alimentaban unas entradas de lo más intrascendentes, en las que predominaba comentarios como: “Wapo”, “Qué bueno estas”  o “Quiero un hijo tuyo”.

Hay que reconocer que hacía alguna concesión para que se acercaran a su divina presencia con aquellos que tenían poder, dinero, contactos o un cociente intelectual reconocidos y por los cuales eran famosos. En aquel solidario gesto escondía, tras las divertidas fotos de fiestas o eventos en los que aparecía semidesnudo, la exhibición narcisista en la que tenía la seguridad de ser el centro de atención, en la que su belleza brillaba aún más en comparación a la simpleza de los otros.

Un día, varios nos dimos cuenta que, en casi todas las fotos, presentaba el mismo lado bueno del rostro, el izquierdo, con la misma inclinación de la cabeza y mirada azul estudiada e inexpresiva. Evidentemente había tenido tiempo de sobra de estudiarse en el espejo. Era como si mediante diversos montajes de Photoshop se hubiera cortado y pegado el rostro de manera repetida, e igualmente enigmática; en pocas ocasiones sonreía. Le parecía más propio poner cara de interesante, de distante. En esta dinámica de fiestas erótico festivas en las que se centraba un protagonismo de manera sistemática fue apareciendo, poco a poco, un rostro inicialmente anónimo, algo más joven. Era otro Narciso -eso era cierto- pero aún no tan pagado de sí mismo y con grandes probabilidades de cambiar el rumbo de su vida al ser más joven. Esporádicamente aparecía al lado de editores, productores y actores consagrados como una nueva promesa que revolucionaría la industria. Muchos de sus seguidores comenzaron a preguntar quién era el personaje, si eran pareja… Su espontaneidad era evidente, no le costaba sonreír de manera honesta, no le importaba salir más o menos favorecido en los momentos inmortalizados. De manera sincera o no, posaba con unos y con otros, sin que tuvieran que ser modelos perfectos. En definitiva, tenía empatía y comenzó a transmitirla en las tórridas escenas.

Antes de lo esperado, de una manera espontánea, alguien creó una página de admiradores del joven Narciso. De manera viral la mutación se produjo en cuestión de semanas, consiguió tal popularidad que se convirtió, en cierto modo, en una amenaza para el hijo de los cojones del marqués. También era hermoso, cercanamente sociable y se hacía evidente que era hijo de los cojones de un clase media. Su cuerpo formado venía más bien de un trabajo como descargador de camiones; su empatía, de charlar con unos y con otros, con la gente del barrio sin perder nunca de vista sus orígenes. Miraba como los demás, es decir, era accesible, cercano, con las virtudes y defectos de los mortales. Siempre estaba abierto escuchar y aprender de los demás con una actitud de humildad.

El vigoréxico fue relegado poco a poco al olvido, como las vistosas y caras camisas de temporada que, ante las nuevas modas y tendencias, quedan confinadas en el armario. De protagonista en películas porno de relumbrón pasó a papeles secundarios, en los que continuaba mostrando su mejor perfil, aunque con la mejilla llena, abultada de la carne del protagonista, de la polla del momento. La estrella se apagaba, el maduro Narciso se marchitaba. Sus carnes ya no eran tan deseadas mas que por los fieles nostálgicos incondicionales en masturbaciones habituales.

La sensación, incomprensible para él, de ser relegado a pesar de sus dones, minó su arrogancia y autoestima de tal manera que no supo cómo reaccionar. En el fondo era un ser herido, que había perdido su propia dignidad, que se había dejado cegar por la fama y la admiración. La evidencia era que, como muchos, había sido usado y degustado cuando aún era carne fresca, explotado para ganar dinero con su imagen, para luego ser escupido al mundo real que le cerraba las puertas por su pasado de actor. Como en el cuento de Blancanieves ya no era el más bello y deseado del reino. Otro había sustituido su puesto, además sin pretenderlo. Durante un tiempo alterno sus esporádicas y cada vez menores apariciones en las películas de las famosas compañías alquilando su cuerpo mediante enlaces especializadas de chaperos con los llamativos ganchos de actor porno solo por unos días en Madrid, para aumentar su caché en aquellos que aún le deseaban y podrían permitirse sus servicios.  Evidentemente muchos de sus clientes eran más que maduros y en el pasado ni siquiera les habría dirigido la palabra. El problema no era el oficio, era su actitud.

Un día apareció muerto en su casa. Causa por determinar, como dirían los medios con cautela inicial. Eso sí, aun muerto en la bañera, en el agua, como el Narciso mítico, no dejó de mostrar su mejor perfil.

Los dildos fueron retirados en los sex shop en poco tiempo, convirtiéndose casi en piezas de coleccionismo.



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